viernes, 5 de agosto de 2011

Angeles y Demonios

Ángeles y Demonios, tantos libros, tantas series de bien y mal, películas y marchandising sobre algo que habita dentro de todos y cada uno de nosotros. Es el libre albedrío del que disponemos como seres humanos lo que nos hace buenos o malos, Ángeles o demonios a cada momento, en cada decisión. Tantas familias encendidas por las religiones en busca del perdón de sus pecados. Quien sabe que comete un pecado, sabe, mayoritariamente que no actuó bien. ¿Por qué no evitan tener que pedir perdón? Eso se puede hacer una, dos, tres veces. Luego… ¿no es adrede? Tantos iluminados escuchando los sonidos de Dios, transmitiendo sus palabras, tantos obscurecidos transmitiendo las enseñanzas del mal. ¿Cómo puedo creerles? Si al final veo que son personas con el mismo don de discernir como cualquier otra… Al único que le he creído hasta ahora es a Mozart y su música. Gente haciendo el amor, haciendo la guerra, haciendo la guerra por amor a su dios. Guerra Santa - Santa ironía. Tan tergiversada esta la mente del ser humano como para no poder abarcar todo el conocimiento que significa el amor, lo suficiente como para saber que ningún dios podría desear la destrucción de la vida. Sea cual sea la imagen que idolatren; Alá, Mahoma, Iahvé, Jesús, Siddhartha, Buddha o Ganesh, Isis, Orus, Saint Germain, Tomas Moro… tantos nombres, tantas ideas, tantos grupos tiene una misma raza. El separatismo social capitalista y burgués que hoy impera en el mundo “civilizado” (“Esclavizado”) por imágenes paganas de ideales impuestos por grandes mentes elucubradoras de estilos de vida y de pensamiento masivo hacen que las mentes creativas de quienes estamos con ganas de ser alguien, de tener una cara en particular terminemos usando mascaras de carnaval para ser aceptados en lo que al final es un no lugar sin tiempo; pero con una fiesta permanente de adoración a “Nada”. La muerte nos ronda cada vez más inexpresiva, cada día más incrédula de lo que sus cuencos ven. La muerte, luego de tantos siglos de existencia, se plantea la dimisión de su cargo, ya que tantos y tantos hombres viven muertos. Le damos el trabajo hecho. Y los que aun viven son asesinados o mutilados por quienes son incapaces de ver que la vida vale más que cualquier tipo de valor material. Ensayo sobre la ceguera de José Saramago es la imagen que viene a mi cabeza al ver tantos ciegos perdidos en sus móviles, corriendo a la oficina con sus corbatas al viento y sus valores depositados en “la caja más segura”. Es una pantomima de la realidad que se vive y se digiere a diario. Máscaras. La incapacidad del ser humano por sentir, por sentirse y hacerse sentir está cada día, cada hora más latente. Los lazos se arman, se definen y se defienden sobre valores de energías inertes. Si bien cada elemento de esta existencia tiene su vibración, el muerto-humano vive inmerso en la insipidez de una pseudo vida capaz de aplastar la inteligencia emocional mas lúcida. Es verdad que las culturas caen aplastadas por los muros de la super cultura. El desesperado intento de mejorarse como especie nos lleva a tener límites cada vez más inalcanzables. Quiero decir, la razón se puede ver empañada por ideales que no SON. Las ideas que se tienen sobre la manera de respirar, de degustar, de ver, de oír, de sentir… solo cinco sentidos nos quedaron con el correr de los siglos y de a poco los vamos asesinando. Esta carrera desmesurada y desesperada por la evolución consciente nos deja inconscientemente inválidos de sentidos. Respiramos menos de la mitad de lo que nos dan los pulmones. Ni hablar del fumador o de quien vive en ciudad. Explotamos nuestras retinas con horas de esfuerzos de trabajos frente a la pantalla de un ordenador o de una TV… o ambos. Comemos cada día mas comida rápida, grasas que revientan las pupilas gustativas (el corazón y todas sus arterias). Aquí también se ven más afectados los fumadores. Y agreguemos el olfato. El fumador es quien mas pronto pierde “todo su sentido”, hasta el de la misma existencia. El olfato, dejando de sentir los aromas bellos que tiene la naturaleza… el pasto, el olor a tierra mojada cuando llueve. Es que hace tanto que no los siento. Un ejemplo de masacre olfativo: viaje en subte en hora pico. Y no digo más. Quien pierde el sentido de la caricia está tentado a fracasar en esta idea de lo que queda de vida. El contacto de pieles, de calores humanos. El tacto de sentir a tu amor. Ese roce que pone los pelos de punta. Dónde está el sentido de la belleza?!… es una pregunta, es una sentencia. Lo que podemos tener de Ángeles queda en el libre albedrío. Cada uno de nosotros tiene un Dios en quien creer. Cada uno de nosotros tiene una imagen o se tiene a uno mismo para poder creer que puede salir adelante, para saberse y sentirse vivo. Si este Ángel personal no nos deja sentir la belleza y el amor de esta existencia podemos estar a la merced de nuestros demonios. Y quien dice que no cree en nada puede estar directamente perdido. Pero déjenme anoticiarlos: hasta el ser más ínfimo, si se encuentra perdido, puede encontrarse. Solo hace falta voluntad. Todos los seres humanos, sin excepción, tenemos la llama de la vida y la razón. Es una combinación más que muy fuerte, de características enormes. Es una combinación explosiva con la que contamos. Son nuestros poderes. Esos poderes que siempre soñamos con obtener por la caída de un meteorito, por la picadura de una araña especial, por el origen de una mutación genética, esos son nuestros poderes REALES. Tenemos el poder de decidir qué queremos que sea de nosotros. Tenemos el poder de DAR vida y de quitarla. Eso nos hace Ángeles o Demonios. Eso nos hace quienes somos. Es nuestra firma en la existencia. Desde el ser humano más famoso y poderoso político, al individuo al que creen más insignificante tiene estos poderes. Eso nos hace iguales. Eso nos hace humanos. Es decisión tuya y mía saber, en la realidad, fuera de todas estas historias, si somos Ángeles o Demonios… aunque muchos crean que esta existencia es un infierno… también puede ser el cielo. Todo depende del punto de vista. Como ya dijo tanta gente. Es solo una cuestión de actitud. Yo, te invito a volar, aunque no tengas alas. Cada día puede ser un cielo, más o menos tormentoso, pero un cielo al fin. Eso lo sé porque he visto reír niños que estaban más en la mierda que las moscas. Aunque lo pases muy mal, todos podemos salir a flote y respirar. Todos podemos ser mejores personas. Todos podemos SER. Es ponerse una meta, querer hacerlo. Hasta el Judas mas patético y villano puede dar vuelta su tuerca y tirar hacia un lado mejor. Todo Demonio puede ser un Ángel. No olvidemos que los Demonios son solo Ángeles que cayeron, que perdieron su rumbo, Ángeles caídos.

¿O tal vez lo encontraron?

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