lunes, 19 de diciembre de 2011

Sería un Tonto


Sería un tonto si no disfrutase mi vida. Sería un insensible si no quisiese al amor. Estoy vivo para vivir. Podría sentir nuevamente que estoy vivo para morir. Podría sabotearme alegrándome de mi soledad. Sería un insensible si no llorase por felicidad o por la belleza de una pieza musical, por una pintura, por una sonrisa, por otra lágrima o cualquier representación sublime de la realidad de otro mundo más allá del mío. Y aquí estoy. Renegué de mi vida, ignoré al amor, amé mi soledad, viví infeliz. Pude alegrarme por casi morir, entregarme a los vicios y olvidar, cegarme y dejar al dolor oculto bajo mi corazón sangrante, mi propio corazón delator. Pude renunciar y vaciarme de una sola vez. Pero aquí estoy, feliz por vivir, purificando mi cuerpo, amando mi vida, con dolor aunque lleno de placer por mí mismo. Oda egoica hacia mi propio placer de ser quien soy. Poco importan hoy los otros mundos porque mucho importa mi mundo. Y es por eso que mucho importan otros mundos. En la ironía de los opuestos crecí, en la macabra y delgada línea de los extremos sigo caminando. Casi sin pensar siento mi alma buscando un centro y encuentro el final de una cuerda que puede ser un inicio. Entonces lloro, porque mi naturaleza me lo dicta. Lloro porque no entiendo por qué veo el fin tan solo al comenzar, pero comprendo que el inicio y el fin no son iguales para mí que para otros. El dolor se disipa cuando de mí se despliega la tormenta. El dolor cesa luego de la lluvia de lágrimas que mojan mi tierra y la nutren para que florezcan nuevos retoños, nueva naturaleza, nueva vida. Entonces veo el comienzo de una nueva selva, de un nuevo jardín, de una nueva realidad y la amo. Decido vivir, decido amar. Decido renacer. El sol salió puntual en un día despejado de primavera.
Sería un tonto si una lágrima no mojase mi mejilla ante tanta belleza.
Pero no todo es dolor, no todo es lágrima en esta vida plena de sensaciones y emociones plenamente humanas. Y diciendo humanas digo espirituales, digo mentales, digo experiencias sensacionales. Los días van marcando el curso del rio por el que transitamos, a veces nadando, a veces arrastrados por la corriente, otras veces algo estancados. Son momentos. Son realidades. Son presentes que debemos saber sortear o disfrutar, dependiendo de si son “presentes obstáculos” o “presentes regalos”. Y es que así como el fluir de las vidas no para, podemos trazar el paralelo con el universo que nos rige. Es de tontos querer detenerlo. Los opuestos son simples puntos de partida. Son lugares de donde comenzar y donde terminar. Lugares ficticios en una emoción que puede o no ser virtual. El amor y el odio. La estima y el desprecio. La acción y la apatía. El perdón y el rencor. Es la eterna guerra contra la búsqueda de paz interior la que nos lleva por todos esos campos de batalla donde no sabemos muy bien cuáles son los límites hasta que lo pagamos con nuestras propias dolencias o enfermedades. El veneno que nos corroe por dentro, el veneno de la rencorosa acción de querer ver al otro corroerse. “No perdonar es como tomar un veneno y esperar que la otra persona muera” (Ghost Wishperer). Disfrutar de quienes somos en paz requiere experiencia. Requiere años de vida y de experiencias que nos lleva a tener los valores de respetar a quien nos rodea como nos respetamos a nosotros mismos. Inclusive esto requiere una gran maduración humana. Enseñémoslo a los pequeños. El respeto propio no suele verse a menudo, ni siquiera en quienes lo predican.  El sentido común, dicen, es el menos común de los sentidos. Pero tengo fe, una fe ciega de que esto puede cambiar si cada uno de nosotros hacemos “mea culpa” y aprendemos a vivir en comunidad y enseñamos a las nuevas generaciones. Siempre va a haber una música para cada uno, un equipo favorito, un movimiento político o una religión. Es el libre albedrío, la libre elección, es la libertad que todos tenemos. Siempre que no se rompa esa delgada línea de tolerancia, seremos libres de sentirnos como queramos. Hay tantas cosas vividas y por vivir que el presente suele perderse en la idea de lo que nos gustaría que fuese. Pero todos seriamos unos tontos si no aprovechásemos la oportunidad de, de un momento a otro, comenzar a hacer las cosas como corresponde. Sin mala leche, sin mal augurio, querer el bien por el bien mismo. Sabe que después lo cosechamos, en vida, siempre, lo bueno y lo malo. Todos seriamos inhumanos al no saber respetar los ideales de quienes nos rodean. Todas las fuerzas del universo tienden a la armonía superando el caos. Mundo, la adrenalina se puede sentir de otras maneras. Debemos dejar de ser discapacitados emocionales y comenzar a respetar a quien nos puede dar una mano. Siempre es hora. Siempre es ahora. Eso no va a cambiar. Solo debemos elegir mejor nuestras palabras, la dirección de nuestras acusaciones, la dirección de nuestros actos. Sería un tonto de verdad si no supiese contemplar la belleza del entendimiento supremo. ¿Y tú?

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