miércoles, 11 de enero de 2012

TV para todos... o para nadie!

La televisión es un bien para toda la familia. La evolución la trajo a nosotros acompañando y casi coronando la primera oleada de revolución del confort. Y pasan los años y todo sigue su curso. Ahora… me siento y veo la televisión del año 2011/12… me siento en mi habitación y la escucho. No sé. Es que estoy escuchando justo ahora un producto vendido a casi todos los países. Nació hace algo de 20 años y no deja de tener éxito. Todos lo hemos escuchado alguna vez. Y creo que refleja la atención de la sociedad en muchos sentidos. Se llama Gran Hermano. Esto me hace pensar, si, esto mismo que escribo me hace pensar en qué demonios está pensando esta sociedad como para que un programa donde se dicen las sandeces que se dicen tenga tanto, pero tanto éxito. Y cuando hablo de demonios me refiero a seres pequeños y bien rojitos, salidos de un infierno no muy lejano con su colita con flecha y sus cuernitos, todos, miles de ellos pinchando a la gente detrás de la pantalla y sobre el sillón de la sala de estar que los mira, ríen, sienten… ¿es que no tienen sus propias sensaciones? ¿Sus propios sentimientos? ¿Sus propias inquietudes? Veo programas que pasan escenas de otros programas. Y programas que pasan a ese programa pasando escenas de ese otro programa. Y las horas se llenan y llenan con este contenido (¿¡!?). Si, es verdad que uno tiene la libertad de sintonizar la cadena y el programa que más le guste. Entonces comienza Princesas de Barrio. Programa de ignorantes para ignorantes. La ignorancia potenciada. No sé cómo puedo llamarlo. Lo que se es lo que veo. Gente que apenas si sabe hablar queriendo que su madre le pague una operación de culo y lo peor de todo… lo más terrible, lo más increíble: la madre pidiéndole perdón por no pagársela. Cada uno es libre de seleccionar el canal que más le convenga a sus intereses, a su propia manera de querer ver y sentir emociones. Los que gustan de los noticiarios, ahí tienen canales 24hs de noticias, a los que gustan los documentales, zas! 24hs de documentales. Cada uno tiene, hasta el empacho, televisión todo el día y toda la noche durante todo el año. ¿Pero hasta que punto, me pregunto yo, es sano tener tanto a la mano? ¿Es toda la gente consciente de lo que está viendo y el daño colateral que puede tener cierta programación a marcar tendencias de pensamiento metiendo ideas o proyectando modelos que los niños tienden a seguir? No creo que haya en esta sociedad tanta consciencia. Es des-educación las 24hs a la mano de niños que necesitan educarse; en plan reducción de cabezas ¡antes de que éstas crezcan! Después salen Hermano mayor o súper-nani a rescatar dos familias por mes mientras dure la temporada del programa. ¿Y el resto? ¿Es que no se puede salvar antes de enterrar tantos cerebros? Tantos padres y madres que no supieron manejar la situación perdida de un niño perdido y que ahora ese niño es un potencial asesino de la familia. La gente es libre de elegir, como decía antes, el programa que quiere ver. Pero la gente que no es capaz de juntar el excremento de su perro para que otro que viene distraído no la pise, no creo que tenga la consciencia suficiente  como para discernir que demonio es el que lo pincha. La TV lava cerebros. La TV atonta. La TV quema demasiadas neuronas y minutos aprovechables de mil maneras más provechosas. Pero no hay mal que no guste. Lamentablemente, si bien es verdad que los programas podridos se van a seguir emitiendo como las verduras podridas se venden por buenas, tenemos cosas que bien valen la pena ver. Cada uno con lo suyo. Yo rio y me emociono con House; me sube la adrenalina con CSI Miami o viajo por mundos paralelos con True Blood. Puedo perderme en casi cualquier concierto de música rock, pop o clásica. Puedo ver a los Doors o a Stevie Ray Vaughan como si estuviesen vivos, y con la mejor ubicación todas las veces que quiera. Pero no dejo de preocuparme por las cosas que aparecen en La Casa… o lo que se dice tan seriamente en el confesionario. Y más me preocupa que tanta sea la gente que no se pierde un capitulo. Yo voy a por el mío. ¿Qué miras tu esta noche?

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