lunes, 17 de octubre de 2011

Amistades y Desiluciones

Entre acordes de Caballeros de la Quema y Divididos conocí al que durante muchos años fue mi mejor amigo. Trece años de amistad. Pasamos muchas cosas. Nos presento el que hasta ese momento era el mejor amigo de él y un muy buen amigo mío… pero hasta él desapareció. El increíble lazo que une esas despedidas (tristes por cierto) fue mi casamiento. Resulta que quiso entender que el casamiento me llevaba para siempre, que no iba a ser más el mismo. Bueno, en cierta forma cambie. Engordé y el pelo fue cada vez más corto. Creo que pasa en el noventa por ciento de los casos. Como dice Andrés con Bersuit, quien “antes era fibra ahora se convierte en grasa”. Decía que el lazo que une mis despedidas fue mi casamiento. O más bien, mi relación con esa chica. Al unirme a ella se fue “uno”, al separarme, luego de siete años de relación, se fue “dos”. La vida pone a uno a prueba muchas veces… y con esto pone a prueba a todos los satélites que acompañan a uno en este viaje. Y fue que en el preciso momento en que más lo necesitaba se puso a cuestionar que había hecho o dejado de hacer con mi ex. Se “ofendió” por creer que no le había contado todo. Yo flipe (flasheé) dándome cuenta que se estaba yendo por el resumidero una relación de trece años por una o dos conjeturas sin sentido ante tamaña situación. Fue una de las etapas más dolorosas de mi vida. Psicológicamente estaba hecho mierda. Era la prueba más fuerte que atravesaba. Eran los sentimientos más encontrados por los que pasé. El amor de mi vida había caducado a los siete años. No sabía cómo manejarme. No sabía que decir o que callar. No tenía con quien hablar. Y este gilipollas se borraba del mapa cuando más lo necesitaba. Pero la vida es así. No tiene vuelta atrás. Cuando se corta el hilo de plata que nos une a unos con otros, por mas remendado que este después, ya está cortado y no es mas lo mismo. Me sentí muy solo en el fondo del pozo. Pero como te digo una Co te digo la O… se dice que Dios aprieta pero no ahorca. Y fue así. Gente con la que no contaba estuvieron presentes de una manera absoluta y desinteresada. Gente que conocía poco y nada abrió su corazón y lo compartió con el mío. Fue como cuando un motor se queda sin batería pero se conecta con otro y el coche arranca. Esos chispazos de energía me catapultaron a tomar una bocanada inmensa de aire y soltar toda la mierda. Me llevaron a ver los días con una nueva cara. El dolor del pasado no cicatrizó fácilmente. Pero creo que ninguna herida sentimental cicatriza fácilmente. Me subí a un nuevo barco y éste me llevó lejos. Fue como un renacer. Un período de llantos de dolor y a veces hasta sin sentido. Era llorar por llorar. Habrán sido un par de meses. Amistades viejas pero presentes en lo más profundo me dieron su techo (sea por Dharma o por lo que sea) y apoyaron una mano en mi hombro dándole una vela a la negrura más espesa. Viéndolo de lejos creo que fue el llanto de un recién nacido que llora por no saber dónde está o qué es lo que siente. Será el dolor del aire circulando por primera vez en los pulmones. Serán las venas hinchadas por los borbotones de sangre impulsadas por un corazón nuevo. Será que el alma ajusta los controles del nuevo vehículo. Será que los sentidos queman al usarse por primera vez. Será que no se entiende muy bien lo que pasa. Que no se sabe lo que pasa. Por algo vinimos. Por algo estamos aquí. Y por algo pasamos todo lo que pasamos. Por algo a muchos nos pasa de renacer en algún momento de nuestra vida y revivimos todo lo que antes sentimos por primera vez. Será que el crecer duele como duele el vivir. No me refiero a un dolor feo. Quiero decir; hay dolores dulces, dolores que dan placer. Sé que pasé por todo eso y no me gustó en ese momento, pero al mismo tiempo sabía que estaba cambiando la piel. Sabía que el “vivir solo cuesta vida”, como dijo el Indio Solari. Sabía que todo eso iba a pasar y que estaba pasando por algo bueno. Las decisiones se toman por algo y no me arrepiento de haber desplegado mis alas. Tal vez, la sensación de caer me abatió por un tiempo. Es que hasta los ángeles caen y comienzan a vivir lo que nosotros, los humanos. Creas lo que creas, sabes bien que todos cambiamos. Algunos de una manera, otros de otra. Algunos se hacen agua y se amoldan en un nuevo caudal. Otros ardemos como el Fénix y resucitamos de nuestras propias cenizas. Están los que vuelan con el viento siguiendo la dirección que él disponga. Pero todos, todos somos capaces de salir del capullo y volar luego de ser gusanos de seda o de mierda. Todos tenemos la misma posibilidad de evolucionar para ser mejores seres humanos. Todo lo que me pasó con mis amores y mis amigos, que de alguna manera también son amores, fue para crecer. Nada me fue indiferente. Todo marcó alguna cana en mi sien. Todos forman parte de mis facciones, mis dichos, mis muletillas y mi manera de dirigir la mirada, de mirarte y de mirarme. Todos nos tocamos en alma y espíritu. Porque al final, aunque lo neguemos o reneguemos de ello… todos somos uno. El día que esto se entienda, otro amanecer nos alumbrará desde el infinito. Quiero agradecer a todas las personas que de una u otra manera, positiva, negativa o ambas, dejaron parte de sí mismos en mí, afectándome y haciéndome quien soy. No sería quien soy sin todas las marcas que me dejó esta vida hasta hoy. Y es que sigo siendo tierra arada esperando el germinar de nuevas cosechas. Si, sigo conociendo gente. Sigo vivo… y así es la vida.

2 comentarios:

  1. Ya era hora de que lo publicaras. Seguro que tienes un montón de cosas escritas que rescatar, porqué no las publicas?
    He creado un blog para la asociación de padres del cole de Nayra, pásate si quieres. Y en el de Masdemison he publicado hoy un vídeo que me encantó, viene de un blog de un argentino muy interesante. Deberías hacerte con un blogroll para que tu blog fuese más activo. Si no sabes como, yo te explico, ok? El enlace a mi nuevo blog es éste: http://losjablitosampa.blogspot.com/

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