martes, 18 de octubre de 2011

Yin Yang

Fui feliz el momento en que nací aunque no recordase muy bien qué pasó luego.
Fui feliz al sostenerme parado y trastabillar mil veces aunque me doliese cada una de ellas.
Fui feliz ante la sonrisa de mi madre aunque llorase muchos años después.
Fui feliz al ver a mi hermano en sus brazos, recién nacido, aunque nos costase muchos años crecer y amarnos.
Fui feliz al encontrar los ojos compinches en mi amiguita de jardín de infantes, aunque luego la olvidase en mi niñez.
Fui feliz cuando Jessica, Florencia y Mariana me invitaron a sus cumpleaños aunque fuesen los únicos que recordaría.
Fui feliz cuando viajé para seguir mi destino aunque me llevase al dolor y la pena de la soledad y la marginalidad.
Fui feliz al encontrarme conmigo fuera de las tinieblas del olvido aunque casi muriese más de una vez en el intento de perderme.
Fui feliz con el primer beso de mi primera novia aunque luego de un tiempo no nos viésemos nunca más y hubiésemos roto todas nuestras fotos.
Fui feliz al encontrar en mi primer mujer a quien me seguia donde fuera que fuese, aunque la hubiese entregado a su soledad y dolor más de una vez al no comprender mi propio dolor y mi propia soledad de saberme abandonado.
Fui feliz cuando conocí la magia de un momento aunque aprendiese también que ese momento jamás volvería a repetirse.
Fui feliz en Bariloche la primera la segunda y la tercera vez que fui aunque nunca tuviese el mismo atardecer.
Fui feliz al subir al escenario totalmente limpio aunque luego muchas veces más me ensuciase hasta caer.
Fui feliz al sentir los aplausos dentro de mí aunque los olvidase con el tiempo.
Fui feliz cuando conocí la vida aunque casi me costase la muerte.
Fui feliz al ver que el sol se apagaba en la montaña aunque la noche fuese fría y oscura y estuviese, solo, disfrutando el baño perlado de la nostálgica luna primaveral.
Fui feliz al sentir la música en mi corazón aunque mis heridas doliesen hasta explotar en llantos trémulos. 
Fui feliz al estallar de placer cuando al fin nos re-encontramos con ella, aunque hayamos vivido muchos intentos fallidos y los volviésemos a vivir hasta terminar irreconciliables.
Soy feliz al encontrar en cada momento de mi vida un instante de felicidad aunque en un par de segundos todo se vuelva a apagar y me funda en la adormecida masa de constante mediocridad que envuelve a la rutina y a la gente haciendo de ellas un solo pensamiento.
Soy feliz al encontrar en mi corazón un lugar cálido para estar aunque las cicatrices hayan endurecido su piel y aún no esté lo suficientemente permeable para irradiar ese calor.
Soy feliz al saber que puedo regalar estos momentos de mi vida a gente que amo y me ama, aunque quizá nunca contesten o me comenten algo de sí mismos.
Soy feliz al saber que ésa gente que amo no espera esto para decirme que me ama y no tengo que dar demasiadas explicaciones cuando les digo que siento por ellas amor.
Soy feliz aunque sepa que la felicidad que me embarga sea una nube pasajera y no sepa muy bien cuándo sea la próxima vez que emborrache mis sentimientos de amor y dolor suficientes como para escribir éste Yin Yang de alma, corazón y ser en plenitud.


Pasaron seis años desde que escribí este Yin Yang, pero a pesar de cambiar la manera de ser, de sentir y de ver, la esencia de la felicidad sigue funcionando por momentos. La Felicidad es más que solo un momento. Son todos esos buenos sentimientos hilados por el amor. ¿Y si creemos en el Amor? Yo elijo el amor.

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